Santo Domingo
Las palomas picotean los restos de la felicidad de ayer. Todo el arroz que lanzaron sobre los recién casados brilla hoy en la plaza mojada por la lluvia. También hay papeles de colores y pétalos de rosas mustias. Todos los sábados se celebran dos o tres bodas en la iglesia de Santo Domingo. Desde mi casa se oyen los aplausos, los gritos eufóricos o esas tunas que a veces están por todas las calles de Vegueta. Hace una semana no sé ni cuántos tunos pernoctaron en el antiguo internado de San Antonio: aparecían por todas partes cargando guitarras y panderos, todos vestidos exactamente iguales, como cuando en las pesadillas se repiten los rostros de otros sueños. En esta misma plaza en la que se besan los recién casados quemaban a los condenados por la Inquisición hace unos siglos. Por eso los más viejos la siguen llamando la Plaza de los Quemados. Recuerdo que en Madrid también me contaron que ese escenario cruento que congregaba a cientos de ciudadanos estuvo en donde se sit...